EL VALLE SAGRADO
“Me peina el viento los cabellos
como una mano maternal:
abro la puerta del recuerdo
y el pensamiento se me va.
Son otras voces las que llevo,
es de otros labios mi cantar:
hasta mi gruta de recuerdos
tiene una extraña claridad!
Frutos de tierras extranjeras,
olas azules de otro mar,
amores de otros hombres, penas
que no me atrevo a recordar.
Y el viento, el viento que me peina
como una mano maternal!
Mi verdad se pierde en la noche:
no tengo noche ni verdad!
Tendido en medio del camino
deben pisarme para andar.
Pasan por mí sus corazones
ebrios de vino y de soñar.
Yo soy un puente inmóvil entre
tu corazón y la eternidad.
Si me muriera de repente
no dejaría de cantar!”
Pablo Neruda.
Me peina el viento los cabellos y el zumbar del aire me mueve hacía arriba, me eleva y me estremece en lo alto del río Urubamba desde la cumbre, no por nada se llama en quechua “meseta de las arañas”.
La visión se conmueve, la naturaleza habla y en su rugir hay muy poco que decir.
En medio de dos montañas y un extenso valle que es cortado en dos por un hermoso, fuerte y turbulento canal de agua se divisan las planicies que serán en poco tiempo florecidas por maíz, por frutas y pasto para los animales.
Al descender, el río es cada vez más oscuro y más fuerte, el pueblo no es más que una línea de casas que tímidamente parecen acompañar el río en su vibración y bendición.
Los techos llevan en la parte superior dos toros (toros de Pucará se llaman ) símbolo de abundancia y protección, algunos techos además de toros de pucará tiene en medio una cruz y una botella de champaña dando a entender que están convertidos al catolicismo y las demás cosas, los toros y la champaña, son para que no falte nunca el alimento en la morada.
Las pequeñas chagras apenas dan muestra de lo que darán y las milimétricas cuadriculas de piedra que separan la tierra de cada agricultor, dan una estupenda vista de un orden natural ordenado por la divinidad para la prosperidad de todos, aquí la naturaleza es la unidad, es la vida, es el alimento, la casa, el sustento, es el fuego, es lo mítico, lo religioso, lo poderoso, lo que habla y lo que ordena.
La vida en todos los lugares siempre esta ligada al amor y este siempre nos traerá mil historia con que comparar la existencia, la de antes y la de después.
Cuenta la leyenda que Ollantay se refugio en el pueblo que lleva su nombre, desde aquí inicio una revolución contra el Inca Pachacutec, una revolución por amor, pues Ollantay se enamoro de la hija del poderoso Inca, pero Ollantay al no ser del mismo linaje no podía aspirar a desposar a Cusi-Coyllur (su nombre significa: estrella) la hija de Pachacutec. Ollantay y su amada se casaron en secreto y producto de su enorme amor Cusi-Coyllur quedó en cinta.
Al intentar contarle a su padre de su amorío con Ollantay el Inca la envío al Templo de Acllahuasi, la casa de la sacerdotisa suprema del Sol y ordenó a Ollantay ir a su acuartelamiento.
Pachacutec no supo en inicio del niño por venir pues de saberlo hubiese asesinado a ambos, por lo que ninguno contrario sus ordenes y obedecieron amargamente.
Desde su cuartel Ollantay medito por meses sobre las leyes del poderoso Inca y concluyo que estas eran injustas, reunió un puñado de guerreros y marchó a Ollantaytambo donde rebelado contra el poderoso Inca derroto a su ejercito.
Un guerrero infiltrado en una noche de descanso del ejercito rebelde abrió las puertas de la ciudad y el ejercito del Inca invadió y dio muerte a la mayoría de ellos, recuperando el mando, apresando a Ollantay y enviándolo a la ciudad de Cusco.
Mientras llevaban a Ollantay a la ciudad de Cusco un mensajero llegó con la noticia de que el poderoso Inca Pachacutec había muerto y que su hijo el famoso Túpaq Yupanqui asumiría el poder.
Yupanqui Increpo fuertemente a Ollantay por su rebelión (mostrando benevolencia por conocerlo desde chico y compartir espadas y batallas), Ollantay expuso su tesis sobre como el imperio se sostenía solo y no eran las leyes las que sostenían el imperio. Yupanqui coincidió y aprobó su rebelión declarándolo libre, legitimando a su hermana como esposa del valiente guerrero enamorado de una princesa.
En Ollantaytambo se escucha una y mil veces esta historia, los guías la cuentan con entusiasmo y amargura, pero siempre con un poco de orgullo al hablar de aquel amor y como esta gran fortaleza es cuna de una hermosa leyenda que cautiva a quien la escucha.
Este formidable tambo es llamado la ciudad viva del Inca, sus calles estrechas y cariñosas con sus canales de agua aún vivos desde tiempos inmemoriales provocan una extraña sensación de refugio, calor y amabilidad.
Las puertas de las casas al abrirse parecen dejar entrever el gran misterio del tiempo pasado y las manos que abren esas puertas llevan en su rostro el enigma de algo que lucha por vivir aun en los días que el tiempo se lleva, en los tiempos donde los ritos ya carecen de mitos.
Bajando, al lado del bramido del río espera un tren con parsimonia y paciencia que adentra a una infinidad sobrecogedora a un lugar donde nada es como uno cree y donde todo es un sorprendente regalo de la misma vida.
Como lo fue la historia de tres viejos guerreros unidos por el amor.
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