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Mostrando entradas de febrero, 2024

LLUVIA

Llueve mucho y de muchas maneras de llover: lluvia fina, lluvia gruesa, lluvia de frente, de lado, ventiada de un lado, ventiada del otro y lluvia recta como cuchillas pesadas.   El jardín se ha anegado de agua y cuando la lluvia serena y engañosa cae, hace burbujas que encapsulan aire y agua al tiempo, las dos no se contienen y explotan, dos fuerzas preciosas que se atraen, se juntan, se conservan y finalmente se separan en una formidable danza de aire y humedad. Así es todo aquí, un universo mismo contenido. Es extraño estar mojado por la lluvia y dividido al mismo tiempo, como si no fuera suficiente ya estar empapado de tanta agua y sentirse seguro de querer estar seco;  pero así somos los bípedos, seres inclinados hacía algo o hacía alguien, aunque a veces, inclinados hacía los dos lados.   Las eufonías, los toches pico de plata, los trepatroncos, los colibrí ermitaño, los diostedés, navegan en medio de las ramas como si flotaran en medio de algodón, llevando com...

MORIR SIN SUEÑO

A mi buen amigo y a su madre.     Fernanda estaba impávida, mordía sus manos mientras lloraba, Juan, su esposo, miraba con sus ojos vidriosos aguantando el aliento porque los hombres no lloran. Las demás se abrazaban y lloraban en las camisas de sus maridos, los ojos de Fernanda inundaban la sala con una tristeza inmensa que hasta la luna de esa noche parecía triste.   Su padre había muerto y todo había desaparecido con él, como si el mundo fundado por un solo hombre se hubiera exterminado en cada cosa conocida e inventada. Fernanda marchitaría por dentro y por fuera, enviaría con su mirada un mensaje de horror y pena que jamás podría borrar de sí.   Ella sabia que se iba a morir con un caballito, con un perrito y unas maticas, ella sabia que la muerte como buen animal iba a llegar con mano tierna y que iba a partir con fuerza como dos mandíbulas apretadas para despedazar el mundo, entero, con sus lilas y sus cintas, con sus besos y sus polvos, con la cara de Juan y ...

LA VIOLENCIA DE ONETTI

   Cuando uno termina de leer a Proust uno no sabe que sentir, si una frustración horrible o deseos de salir a la calle a gritar mientras se llora, es como aprender: dolor, presión, angustia, desasosiego, pero también complacencia, satisfacción y bienestar.   Gilles Deleuze en su trabajo sobre Proust y los signos nos advierte que la búsqueda del héroe proustiano es aprendizaje y no memoria, una vuelta hermosa a recomenzar y reconocer cada vez. Por eso el tiempo es recobrado en la infinita verdad del aprendizaje “se trata no de exposición de la memoria involuntaria sino del relato de un aprendizaje” [1]  y ese aprendizaje es una violencia que nos impulsa a la búsqueda, una violencia sobre el pensamiento. Pero el aprendizaje no se consigue a través de la buena voluntad de la amistad y la filosofía que se “ponen de acuerdo sobre la significación de las cosas, de las palabras y de las ideas”, [2]   sino, por medio del amor y el arte, porque estos nos violentan ...

EL REGRESO

 El color era insignificante, daba  lo mismo si era azul o negro, incluso si era blanco o color púrpura. Ella llegaría hoy y de una manera frívola  había que estar diferente para que lo notara, a ella no le importaría, lo sabía. Para ella nada importaba salvo todo, lo que no fuera con él. Al fin, el día se había aclarado y la mañana era azul cobriza con pistas marrones que se dejaban entrever en las venas azuladas que pasaban entre las nubes blancas matizadas con poca claridad por la oscuridad que la noche ya daba paso. El aire fresco corría libre entre la ventana y el patio de la casa blancuzca y pequeña, donde con mesura y poca confianza preparaba el día para partir.  Nada dejaba de existir, pero todo carecía de importancia pues la atención era invadida y dispersada en un solo pensamiento que se hacía uno y muchos al tiempo, prolongando sin necesidad alguna, el destino que ya sabido tendría el ocaso del día. mismo traje, mismo peinado, misma sonrisa comisura de nos...

EL DÍA QUE CONOCÍ A UN TORERO

  La noche fue larga porque casi no pude dormir, el café se rego del vaso de la cafetera, puse mucha agua. La cita es a las 9 de la mañana me dijo Juan Vicente y yo con mi neurosis por no llegar tarde salí temprano.   Llegué a la Alpujarra faltando 20 para las 9 y para hacer tiempo caminé despacio mientras miraba la gente bien peinada, bien atalajada camino a sus lugares de trabajo o a hacer sus largas diligencias. Mientras camino lento las lozas del piso se levantan como haciendo un trampolín y generando un ruido seco. Algunas baldosas se levantan y otras no, en eso gasto los minutos mientras persigo personas para ver a donde van, 5 fueron a  la Alcaldía, 8 a pasaportes, 10 al lugar donde sacan el certificado de libertad y 6 al Concejo de Medellín, al mismo lugar donde debo ir.   Casi nuca me intereso  por nada específicamente, esa quizá  es mi peor virtud o mis mas desvalido reproche, aunque  de vez en vez exista algo que me seduc...