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El flaco Menotti.

"Nuestras vidas realmente no nos pertenecen, pertenecen al mundo, y a pesar de nuestros esfuerzos por darle un sentido a éste, el mundo es un lugar que va más allá de nuestro entendimiento."  Paul Auster Nací en 1978 y no vi nada de ese campeonato mundial, tampoco lo vi jugar, menos dirigir, el mundo era otro mundo y el fútbol era otro fútbol. “El Flaco” ya lo había hecho todo cuando apenas yo despertaba a la vida.    En 1986 estaba en el campo, en Concordia Antioquia y veía como “El Pelusa” llevaba a la Argentina a su segunda conquista del mundo. Nunca lo voy a olvidar, estaba sentado en medio de palos de café, mazorcas en las piernas y un televisor sin colores viendo el triunfo de los latinoamericanos, Maradona se quedó siempre en mi, por siempre y para siempre.   En 1989 en noviembre cayó el muro de Berlín, pero para mi corta edad lo importante era que en 1990 se jugaba el mundial de fútbol en Italia. El mundo no sería el mismo y todo lo que significaría Italia y Alemania

Una vez que una cosa se ha ido, es el final

  “Nada dura, ni siquiera los pensamientos dentro de ti. Y no debes perder tu tiempo buscándolos. Una vez que una cosa se ha ido, es el final”.   El país de las últimas cosas - Paul Auster     Como sucede con muchas cosas que son buenas y justas, lo conocí por casualidad, sobre todo porque mi desinterés por los escritores modernos es constante y me pierdo en aquellos más “viejos”, puede ser una comodidad anodina o una falta ridícula de experimentación en la literatura, que me gobierna.   Elena, la profe, en un cambio repentino, decidió que leyéramos a Auster en lugar de a Le Clézio. Algunas veces como para muchas cosas como se dice, hay que llegar tarde, como al tango… hay que haber vivido. Tarde llegué a él con “el país de las últimas cosas” y fue un buen descubrimiento y cuando digo bueno, lo digo porque en él uno se acerca al espíritu.   Tracé cruces con Onetti, Tolstoi, con Kafka, con  William Faulkner, con Chéjov, nunca me atreví con Joyce ni Proust. Viejos zorros todos, que segur

Limonadas en tazas de loza China

  "La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres"  Nietzsche   Joaquín no lo vio o no quiso ver, el río se lo dijo y como se ven las cosas que se escuchan, lo tuvo que ver pasar, ya sin hacer mucho. La tierra quedaba lejos y caminar se hacia lento, la mula llevaba carga y montarla ya era injusto, quitarle peso no era una opción. El sol rugía con el viento que a veces era poco y otras veces era rápidamente escaso.   Dos partes del menaje colgaban del cinto, servirán si había agua, pensaba él. Antonio había muerto, lo tuvo que enterrar tapado con las pocas piedras que encontró, le sembró tierra encima, le puso un chorro de ron, tirado con desdén y siguió caminando sin mirar atrás, mascullando las lagrimas que no pudo disimular, Tomasa, la mula, lo miró y con vergüenza agachó la cabeza para no ser descubierto atragantado de ron, polvo y dolor, porque los hombres no lloran, se paran y siguen adelante.    De frente el pueblo era pequeño, solo un pa

Sol de medialuna

  Reconoció ese tono exacto de gris que sólo los miserables pueden distinguir en un cielo de lluvia; la delgada línea purulenta que separa las nubes, la sardónica luz lejanísima filtrada con ruindad. El Astillero – Juan Carlos Onetti.   La luz que pasa por el desfase de las cortinas brilla con intensa armonía entre el pálido y fingido mármol del piso que simula un río. El sol parece  agua que flota, es una bella imagen que sacude las ventanas y todo lo que toca, pero es también extraño cuando es el viento con su ligera brisa es el que invita a navegar al mismo sol, que inunda y seca casi todo.  Una determinada intensidad deja que ese batir del viento haga que el mismo sol de agua se convierta en luz, en esa luz que al  igual que los días, se va sucediendo de formas diferentes y uno del mismo modo, se vaya sucediendo en una rueda loca que gira sobre sí misma. Rayos diferentes de la misma luz solar caen sobre él, victoria y derrota; somos hijos de esa luz con caras que son una y dos al t

Vamos tres. Seis con las sombras.

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  “ Por ahí llegará Justo Molina a la hora fijada, sobre su caballo alazán, arrastrando su sombra como si llevara un muerto seco al lado.  [Vamos tres. Seis con las sombras].” Cuentos de Zona Torrida – Manuel Mejía Vallejo.   Yo nunca supe si lo iba a conocer y nunca lo hice, lo hice después, por metido y sapo como decimos en Antioquia. Ya no estaba vivo, pero estaba aquí en todos lados y en todas las personas que si vivieron con él. Bien se sabe que en la ausencia se hace más persistente la presencia. En 1998 cuando por fin entré a la escuela de Artes de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, me recibió por primera vez Javier Restrepo, tampoco sabía quíen era él. Finalmemte todo estaba conectado.  Javier fue un pintor muy importante para el mundo insipiente de la pintura en Medellín, junto con Dora Ramírez innovaron en el arte Pop en una ciudad pacata y falta de conceptos en la Medellín de su tiempo. Fue mi profesor de Bidimencional, así se le decía al dibujo en ese tiempo.

Como cuando llueve y escampa

 “El lenguaje es la casa del Ser. En su hogar habita el hombre. Los que piensan y los que crean con las palabras son los guardianes de este hogar.” – Martín Heidegger.     Era temprano, había decidido trabajar de nuevo como empleado. Llevaba tiempo ya trabajando en una agencia de publicidad y luego de free lancer, hacía trabajos para el gobierno y para una agencia de publicidad muy conocida.  Me ocupaba del trabajo sucio, el que no le gusta a los creativos, ni a los ejecutivos. Luego, hacía lo de los creativos y lo de los ejecutivos. Total, como pasa con todo en la vida, se acabó y el negocio se fue y la plata de los ahorros se terminó.  Tocó volver a buscar trabajo y terminé ganando 3 veces menos de lo que ganaba, trabajaba 12 meses del año y no ya 8, como acostumbraba. De vuelta a una sala de edición, un sábado a las 9 de la mañana llegó un señor, con pelo largo y sombrero. Olía a cigarrillo con tinto y ropa limpia. Ese día nos conocimos.   Con mucho respeto me entregó el material qu

Para Mercedes, por supuesto

  "¡Oh, Dios! podría estar yo encerrado en una cáscara de nuez  y me tendría por Rey del espacio infinito"   Hamlet   (acto II, esc.II)   En el cielo las nubes se han transformado lentamente, el viento fuerte y el cálido aire las ha hecho mover. En el agua, las piedras estáticas y sólidas dan una impresión de firmeza y pesadez, al menos eso pensamos cuando las vemos, que ellas son perennes y no se mueven, pero las piedras son tan poco firmes como las nubes y si uno mira bien, hasta las piedras fluyen, al fin de cuentas: “todo lo sólido se desvanece en el aire.”   No hace mucho conocí la historia de un niño en Monterrey estado mexicano de Nuevo León, que fue descubierto por sus profesores vendiéndoles amigos imaginarios a otros niños de su escuela. Ya había vendido una docena. Y los había cobrado. También recordé un breve pasaje de un cuento de Julio Cortazar en el que “Un hombre vendía gritos y palabras, y le iba bien, aunque encontraba mucha gente que discutía los precios y

María Martha

“Porque aunque envidio a los que pueden hacer literatura con los dramas ajenos, yo sólo puedo alimentarme de mis propias entrañas.” Piedad Bonnett.     Pronto regresaré de una ausencia breve, los que he dejado, no la han notado. En el mar es mejor la vida decimos los del interior, pero aquí la ciudad parece peligrosa, también ruin. El sonido de las olas es claro, nadie puede resistirlo y uno se deja llevar por ese susurro perpetuo. A veces pareciera que extraño el lugar de donde vengo, como si entre los dos algo pesara, como si en su corazón yo pudiera habitar, pero es mi débil insistencia la que perpetúa su querer, el mío y su mal querer, el suyo.   Cada vez que salgo de la ciudad voy en busca de algo, pero termino encontrándolo en casa, donde he dejado todo. Ella está en esa ausencia breve y yo, lejos, cada vez más lejos.    El mar prolonga su sonido, mientras la lancha avanza amenazando el arrullo de las olas, no puedo dejar de ver la distancia que me separa de tierra firme; pronto

LLUVIA

Llueve mucho y de muchas maneras de llover: lluvia fina, lluvia gruesa, lluvia de frente, de lado, ventiada de un lado, ventiada del otro y lluvia recta como cuchillas pesadas.   El jardín se ha anegado de agua y cuando la lluvia serena y engañosa cae, hace burbujas que encapsulan aire y agua al tiempo, las dos no se contienen y explotan, dos fuerzas preciosas que se atraen, se juntan, se conservan y finalmente se separan en una formidable danza de aire y humedad. Así es todo aquí, un universo mismo contenido. Es extraño estar mojado por la lluvia y dividido al mismo tiempo, como si no fuera suficiente ya estar empapado de tanta agua y sentirse seguro de querer estar seco;  pero así somos los bípedos, seres inclinados hacía algo o hacía alguien, aunque a veces, inclinados hacía los dos lados.   Las eufonías, los toches pico de plata, los trepatroncos, los colibrí ermitaño, los diostedés, navegan en medio de las ramas como si flotaran en medio de algodón, llevando comida en sus picos, s

MORIR SIN SUEÑO

A mi buen amigo y a su madre.     Fernanda estaba impávida, mordía sus manos mientras lloraba, Juan, su esposo, miraba con sus ojos vidriosos aguantando el aliento porque los hombres no lloran. Las demás se abrazaban y lloraban en las camisas de sus maridos, los ojos de Fernanda inundaban la sala con una tristeza inmensa que hasta la luna de esa noche podría derramar su leche.   Su padre había muerto y todo había desaparecido con él, como si el mundo fundado por un solo hombre se hubiera exterminado en cada cosa conocida e inventada. Fernanda marchitaría por dentro y por fuera, enviaría con su mirada un mensaje de horror y pena que jamás podría borrar de sí.   Ella sabia que se iba a morir con un caballito, con un perrito y unas maticas, ella sabia que la muerte como buen animal iba a llegar con mano tierna y que iba a partir con fuerza como dos mandíbulas apretadas para despedazar el mundo, entero, con sus lilas y sus cintas, con sus besos y sus polvos, con la cara de Juan y las corre