GIO

 “Quizá porque ya no veo la felicidad como algo inalcanzable, ahora sé que la felicidad puede ocurrir en cualquier momento y que no se debe perseguir”

Jorge Luis Borges

 

-Es un traidor!!!

-Entonces cambiemos el nombre!!! Dijo María Alejandra.

-No… muchos se llaman Adolfo, Nelson, Augusto, Fulgencio, Fidel, Gustavo o Nicolás y son buenos, dóciles como la seda, más buenos que el pan…

 

Se llama GIO, un Border collie hijo del fútbol. Y llegó como llegan las cosas buenas.

Después de ganar el título esquivo en el 2022 el técnico prometió conseguirle un perro a María Alejandra y aprovechando una entrevista en la radio, dijo al aire que necesitaba para ella, un Border Collie. 

Como era de esperar, llegó un “catálogo” de fotos y ella lo eligió. 

 

Era como es, un alma buena, llena de energía insaciable y una mirada que hace que uno le quiera de manera instantánea y para siempre.

 

Ahora, como se iba a llamar, era la cosa…

Se terminó llamando como alguien que traiciona, que finge y que es amado popularmente, que lastima lo que dice amar y que abandona por vanidad a lo que debe lealtad, nunca quise ese nombre para él, pero finamente pensé que es la reivindicación de un traidor en el homenaje que María Alejandra hizo para él. 

 

No sabe nadar, ni montar en carro, es tan montañero como el arriero que habló por la radio y que hizo posible su llegada, está mueco de morder piedras y le gusta como a todos los perros, que uno lo acaricie hasta que se pele.

 

No entiende que los pájaros son del aire y no de tierra, les ladra tanto como puede su llorar y corre tras de ellos como si fuera posible el milagro.

 

Come cuando su orgullo lo deja y se lame sin destreza, pero con eficiencia. Odia la soledad y mendiga la presencia que abandona fácilmente cuando se le da la gana de ya solo dormir o estar en un lugar que sea para él. 

 

Demanda como cualquier alma: cariño, tiempo y palabras. Valora como pocas, todas las ya dichas, sabe agradecerlas y juega con Sofía y Amelia casi siempre en las noches con la esperanza de que ese juego dure más de lo que ellas quieren.

 

Odia estar atrás de la fila y comanda siempre el frente hasta que se cansa y busca a medio trote estar al lado del que va a adelante. Sabe tan poco de la ciudad y del pueblo donde vive que uno puede decir que es un campesino que solo ve gente cuando San Juan agacha el dedo.

 

Es un perro y se llama GIO y en él uno entiende la vida y aprende de ella, de la naturaleza del amor que es amor y de las formas de la naturaleza que son como la vida las entrega.

 

Y así vive él, amando cuando uno llega y amando cuando uno se va.

Comentarios