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Vamos tres. Seis con las sombras.

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  “ Por ahí llegará Justo Molina a la hora fijada, sobre su caballo alazán, arrastrando su sombra como si llevara un muerto seco al lado.  [Vamos tres. Seis con las sombras].” Cuentos de Zona Torrida – Manuel Mejía Vallejo.   Yo nunca supe si lo iba a conocer y nunca lo hice, lo hice después, por metido y sapo como decimos en Antioquia. Ya no estaba vivo, pero estaba aquí en todos lados y en todas las personas que si vivieron con él. Bien se sabe que en la ausencia se hace más persistente la presencia. En 1998 cuando por fin entré a la escuela de Artes de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, me recibió por primera vez Javier Restrepo, tampoco sabía quíen era él. Finalmemte todo estaba conectado.  Javier fue un pintor muy importante para el mundo insipiente de la pintura en Medellín, junto con Dora Ramírez innovaron en el arte Pop en una ciudad pacata y falta de conceptos en la Medellín de su tiempo. Fue mi profesor de Bidimencional, así se le decía al dib...

Como cuando llueve y escampa

 “El lenguaje es la casa del Ser. En su hogar habita el hombre. Los que piensan y los que crean con las palabras son los guardianes de este hogar.” – Martín Heidegger.     Era temprano, había decidido trabajar de nuevo como empleado. Llevaba tiempo ya trabajando en una agencia de publicidad y luego de free lancer, hacía trabajos para el gobierno y para una agencia de publicidad muy conocida.  Me ocupaba del trabajo sucio, el que no le gusta a los creativos, ni a los ejecutivos. Luego, hacía lo de los creativos y lo de los ejecutivos. Total, como pasa con todo en la vida, se acabó y el negocio se fue y la plata de los ahorros se terminó.  Tocó volver a buscar trabajo y terminé ganando 3 veces menos de lo que ganaba, trabajaba 12 meses del año y no ya 8, como acostumbraba. De vuelta a una sala de edición, un sábado a las 9 de la mañana llegó un señor, con pelo largo y sombrero. Olía a cigarrillo con tinto y ropa limpia. Ese día nos conocimos.   Con mucho resp...

Para Mercedes, por supuesto

  "¡Oh, Dios! podría estar yo encerrado en una cáscara de nuez  y me tendría por Rey del espacio infinito"   Hamlet   (acto II, esc.II)     No hace mucho conocí la historia de un niño en Monterrey estado mexicano de Nuevo León, que fue descubierto por sus profesores vendiéndoles amigos imaginarios a otros niños de su escuela. Ya había vendido una docena. Y los había cobrado. También recordé un breve pasaje de un cuento de Julio Cortazar en el que “Un hombre vendía gritos y palabras, y le iba bien, aunque encontraba mucha gente que discutía los precios y solicitaba descuentos. El hombre accedía casi siempre, y así pudo vender muchos gritos de vendedores callejeros, algunos suspiros que le compraban señoras rentistas, y palabras para consignas, eslóganes, membretes y falsas ocurrencias.” Hay algo de divino siempre en lo humano que mueve siempre a lo elevado, así esta realidad mezquina y terrible nos deje en el abandono total de un ahogo sin consecuencias...

María Martha

“Porque aunque envidio a los que pueden hacer literatura con los dramas ajenos, yo sólo puedo alimentarme de mis propias entrañas.” Piedad Bonnett.     Pronto regresaré de una ausencia breve, los que he dejado, no la han notado. En el mar es mejor la vida decimos los del interior, pero aquí la ciudad parece peligrosa, también ruin. El sonido de las olas es claro, nadie puede resistirlo y uno se deja llevar por ese susurro perpetuo. A veces pareciera que extraño el lugar de donde vengo, como si entre los dos algo pesara, como si en su corazón yo pudiera habitar, pero es mi débil insistencia la que perpetúa su querer, el mío y su mal querer, el suyo.   Cada vez que salgo de la ciudad voy en busca de algo, pero termino encontrándolo en casa, donde he dejado todo. Ella está en esa ausencia breve y yo, lejos, cada vez más lejos.    El mar prolonga su sonido, mientras la lancha avanza amenazando el arrullo de las olas, no puedo dejar de ver la distancia que me separa ...

LLUVIA

Llueve mucho y de muchas maneras de llover: lluvia fina, lluvia gruesa, lluvia de frente, de lado, ventiada de un lado, ventiada del otro y lluvia recta como cuchillas pesadas.   El jardín se ha anegado de agua y cuando la lluvia serena y engañosa cae, hace burbujas que encapsulan aire y agua al tiempo, las dos no se contienen y explotan, dos fuerzas preciosas que se atraen, se juntan, se conservan y finalmente se separan en una formidable danza de aire y humedad. Así es todo aquí, un universo mismo contenido. Es extraño estar mojado por la lluvia y dividido al mismo tiempo, como si no fuera suficiente ya estar empapado de tanta agua y sentirse seguro de querer estar seco;  pero así somos los bípedos, seres inclinados hacía algo o hacía alguien, aunque a veces, inclinados hacía los dos lados.   Las eufonías, los toches pico de plata, los trepatroncos, los colibrí ermitaño, los diostedés, navegan en medio de las ramas como si flotaran en medio de algodón, llevando com...

MORIR SIN SUEÑO

A mi buen amigo y a su madre.     Fernanda estaba impávida, mordía sus manos mientras lloraba, Juan, su esposo, miraba con sus ojos vidriosos aguantando el aliento porque los hombres no lloran. Las demás se abrazaban y lloraban en las camisas de sus maridos, los ojos de Fernanda inundaban la sala con una tristeza inmensa que hasta la luna de esa noche parecía triste.   Su padre había muerto y todo había desaparecido con él, como si el mundo fundado por un solo hombre se hubiera exterminado en cada cosa conocida e inventada. Fernanda marchitaría por dentro y por fuera, enviaría con su mirada un mensaje de horror y pena que jamás podría borrar de sí.   Ella sabia que se iba a morir con un caballito, con un perrito y unas maticas, ella sabia que la muerte como buen animal iba a llegar con mano tierna y que iba a partir con fuerza como dos mandíbulas apretadas para despedazar el mundo, entero, con sus lilas y sus cintas, con sus besos y sus polvos, con la cara de Juan y ...

LA VIOLENCIA DE ONETTI

   Cuando uno termina de leer a Proust uno no sabe que sentir, si una frustración horrible o deseos de salir a la calle a gritar mientras se llora, es como aprender: dolor, presión, angustia, desasosiego, pero también complacencia, satisfacción y bienestar.   Gilles Deleuze en su trabajo sobre Proust y los signos nos advierte que la búsqueda del héroe proustiano es aprendizaje y no memoria, una vuelta hermosa a recomenzar y reconocer cada vez. Por eso el tiempo es recobrado en la infinita verdad del aprendizaje “se trata no de exposición de la memoria involuntaria sino del relato de un aprendizaje” [1]  y ese aprendizaje es una violencia que nos impulsa a la búsqueda, una violencia sobre el pensamiento. Pero el aprendizaje no se consigue a través de la buena voluntad de la amistad y la filosofía que se “ponen de acuerdo sobre la significación de las cosas, de las palabras y de las ideas”, [2]   sino, por medio del amor y el arte, porque estos nos violentan ...