Comenzar de nuevo

 "La vida está hecha para comenzar de nuevo". Hannah Arendt

 

En las calles llenas de tierra y polvo él tenía un granero, una tienda de barrio donde con visión hizo su casa encima del polvo y del barro.


Vivía en dos cuartos, lo demás era negocio, con el tiempo hubo más espacio y una terraza, eran tiempos donde la plata ahorrada se “veía”. 


De un momento a otro a orillas de la quebrada el M-19 tomó posesión de una casa, no tenía ventanas ni puertas y cualquier persona curiosa podía entrar, había siempre alguien sentado adelante de una bandera con un fusil, no daba miedo, pero había temor.

 

Los del M-19 empezaron a pedir víveres y plata, víveres los daba, plata poca, se transaba igual, él nunca temió porque era bueno y generoso, ellos tranquilos y ambiciosos.

 

Compró un camión para surtir el mercado y la casa con la plata ahorrada fue un poco más grande encima del polvo y el barro, no había abundancia, pero lo trabajado se veía.

 

El movimiento armado 19 de abril o M-19 participó del movimiento armado en Colombia entre 1974 y 1990. Se instalaron en zonas urbanas pobres y alejadas y desde allí incursionaron en practicas distantes a su ideología para financiar su causa.

 

Él ayudaba a su causa, no por voluntad, no por miedo, pensaba que era la forma de apaciguar un problema. 

Primero robaron el camión, entonces se compró una pistola calibre 22 que no se sacaba nunca de un cajón del armario, luego cerraba más temprano y atendía por una pequeña puerta que le abrió a la reja del negocio, después decidió dejar de atender gente después de las 10 de la noche.

 

Luego de unos meses de resguardo en la casa a orillas de la quebrada, empezaron a patrullar la noche, a declarar toque de queda y ha hacer tiros de vez en cuando, seguramente producto del aguardiente que sacaban del granero.

 

Él no temía a pesar del camión robado, hasta que un día después de cerrar el negocio y de atender por la puerta pequeña de la reja, alguien tocó la puerta pidiendo ayuda, necesitaba unas pastillas para el dolor de cabeza, confiado y generoso como era, se calzó, se puso la camisa y fue a buscar lo que tenía para ayudar, abrió la puerta y al frente había una mujer llorando con un revolver en la cabeza y tres personas con capuchas.

 

A la mujer la soltaron, corrió llorando, los demás entraron a la casa, le dijeron a él que les diera la plata que tenía y trago del granero, él dijo que no tenía más nada para darles de lo que ya les había entregado, no creyeron y como el revolver no servía, sacaron lo único letal que llevaban, una granada de fragmentación.

Quitaron el seguro y él asustado entrego lo único que quedaba de valor para ellos, la pistola calibre 22. 

Tomaron todo y se fueron.

 

Al día siguiente el jefe fue a verlo, le pidió disculpas, pero dijo que todo lo necesitaba y que así iba a hacer cada mes, le dio un papel con un teléfono para que llamara a Bocas de Cenizas en la costa colombiana y recuperara el camión, que con eso le pagaba.

 

Decidió irse ese día de la casa que estaba encima del polvo con tierra a buscar su camión, tampoco lo encontró.

 

Ese año en la televisión vio su camión ardiendo en llamas en la toma del palacio de justicia, seguro nadie lo reconoció más que él.

 

 

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